Viene a ser un tópico y una mala costumbre (en ocasiones) abusar del término ‘madurez’ para describir los trabajos de ciertas bandas. Nosotros sin embargo no vamos a calificar este disco como uno de ‘madurez’, pero si que podemos leer claramente que este segundo largo de Cuello los encamina poco a poco a consagrarse como una gran banda. Un futuro (buen) referente de la escena estatal que se está consolidando.
Hace poco más de un año José Guerrero (guitarra en Betunizer, bajista de Jupiter Lion y miembro también de La Orquesta del Caballo Ganador y Rastrejo) iniciaba este proyecto junto a otros conocidos músicos de la escena punk valenciana lanzando un primer elepé, “Mi Brazo Que Te Sobre” (Bcore / Mascarpone / Flexidiscos / Willy A Muerte, 2013). Entre sus miembros incluimos a: Oscar Mezquita (batería de Zanussi o Derrota), Nick Perry (bajista y miembro de Tucán, Ape Perry & Bonette) y Ubaldo Fambuena (guitarra de Los Tracahombres).
El artwork viene de la mano de Nestor Sevillano (al igual que su anterior disco). Conforma un collage que mezcla animales y texturas rugosas con muchos contrastes en el perfil de cada imagen. Una mezcla de símbolos compuestos por unos cuantos retales. Por originalidad no será.
El sonido punk rock tan característico de la banda sigue en la línea de su primer disco, no sin reparar en unos arreglos de guitarras trabajados y acompañados de una potente base rítmica de inspiradas melodías, una batería frenética que lleva la firma de Oscar Mezquita. Puede que la esencia de Cuello se encuentre en su grabación de disco en directo, un sonido puro y sin adornos, como el que puedes encontrar en una sala. Al igual que su anterior trabajo, ha sido grabado en los estudios Sountess (Valencia) por Pablo Peiró (bajista de Betunizer), de ahí que la calidad en su sonoridad se mantenga igual que su apreciado disco debut.
Coeditado por los mismos sellos que su primer elepé, «Modo Eterno» da comienzo con Te Vas de Lado Siempre, que posee una trepidante línea de bajo. Esta no tiene nada que envidiar al bajo percutor de San Balón. Las guitarras, rápidas y sin pausa, abundan en la mayoría de cortes: Cara de Hombre, Hunde Mis Cárceles (la que más) y Campeón son buenos ejemplos de ello. Las letras algo personales que no dejan de buscar la originalidad, a su lado los coros de guitarras, capaces de cortar como cuchillas. La ultra melodía que conforman los acordes invaden los oídos con fuerza, un punk que suena muy similar al de hace dos décadas. Algún que otro adorno en forma de riff nos sorprende, como en La Palabra Es Clave. Por otra parte la voz de José Guerrero es completamente inconfundible, ha implantado en nosotros ese pensamiento que nos dice “¿por qué un grito ha de sonar feo?”, sinceramente no nos desagradan para nada las voces.
No es un disco con muchos altibajos por lo que refiere al ritmo, pero sí que podemos notar en nuestros oídos los ritmos algo más suavizados de Aceite Rebajado y Tu Fuego Luces. Inevitable confesar nuestra debilidad por Tren de Poder, en nuestra humilde opinión, uno de los mejores cortes de todo el disco. Puede que sea su letra, sus arreglos o esa forma en la que surge la voz de José Guerrero al lado de la primera guitarra solitaria, un conjunto que es un paraíso auditivo para nosotros. Una canción que nos obliga a levantar la aguja para volverla a poner en el surco de su inicio. Subimos de nuevo al Tren de Poder…